La creación de la Empresa de Ferrocarriles del Estado Argentino (E.F.E.A.) creada en 1956 tuvo como uno de sus objetivos prioritarios atender el deterioro que presentaba el sistema ferroviario buscando mejorar los índices de explotación avanzando en la incorporación de material rodante, especialmente tractivo, a fin de reemplazar el parque de locomotoras de vapor y continuar la política de dieselización total de la red que había comenzado en los años anteriores. Atento a ello, y como paso inicial, en 1956 dispuso la adquisición de 100 locomotoras diésel-eléctricas que serían provistas en cantidades iguales por cuatro fabricantes diferentes para asegurar su puesta en servicio al año siguiente, cuando nuestro país celebraría el centenario de la inauguración de su primera línea férrea.
Uno de estos contratos recayó en la forma francesa Alsthom, que por entonces se encontraba produciendo un modelo de 1800 HP y doble cabina para los ferrocarriles franceses que con mínimas modificaciones se ajustaba a los requerimientos técnicos argentinos. La premura en el compromiso de entrega obligó a interrumpir la producción para la SNCF (lo que fue posible gracias a negociaciones diectas entre los gobiernos de ambos países) como así también la fabricación de cuatro carrocerías por parte de la firma CAFL (fabricante de los bogies) corriendo por cuenta de Alsthom el montaje y ajuste final.
Cada locomotora estaba equipada con dos motores diésel MGO 175 SHR de 12 cilindros en «V» de 930 HP acoplados a sendos generadores Alsthom GP-830-M5 que, en conjunto, alimentaban los seis motores de tracción modelo TA 643-A3 de 320 HP. Esta duplicidad de elementos permitía, en caso de avería, anular uno de los grupos motopropulsores y trabajar con el restante (aunque lógicamente con prestaciones limitadas), característica que en principio pudiera parecer ventajosa pero representaba en cambio un considerable incremento en la complejidad y costo de mantenimiento. A este último punto podemos agregar también la particular transmisión de potencia a los elementos auxiliares (ventiladores de motores de tracción, compresor, exhaustor, generador auxiliar, veniladores de los radiadiores, etc.) mediante un importante número de correas, siempre factibles de patinar (o cortarse en casos extremos) con los consiguientes inconvenientes operativos.
Asignadas en su totalidad a la línea Roca, fueron puestas en servicio en junio de 1957 numeradas 5201 a 5225 y luciendo un esquema adaptado de la decoración aplicada a las BLW cuatro años antes. Se ocuparon inicialmente del servicio local entre Plaza Constitución y La Plata vía Quilmes y trenes generales en la línea a Mar del Plata y Bahía Blanca.
El arribo de las GE U-13C en 1963 las fue desplazando a la carga en la vía Maipú – Ayacucho – Tandil – Barrow – Dorrego – Bahía Blanca, con algunas incursiones espontáneas en las vías de Chas – Ayacucho, Mar del Plata – San Agustín – Ayacucho y Quequén. Pocos años después algunas unidades volvieron para reforzar la zona local y se las pudo ver en los trenes vía circuito y Temperley – Río Santiago renumeradas ya 8001 a 8025 de acuerdo al sistema unificado de identificación de material rodante de Ferrocarriles Argentinos.
Para esa época Ferrocarriles Argentinos celebró con la firma ASTARSA un contrato para la reconstrucción de 15 unidades, con asesoramiento técnico y provisión de repuestos por parte de Alsthom tras lo cual fueron relegadas a servicios de carga en la zona Tandil. La década de 1980 traería consigo la radiación de las unidades que permanecían en servicio tras lo cual fueron concentradas primero en Kilo 5 y finalmente en Tolosa donde tuvo lugar su desguace entre 1985 y 1992. Afortunadamente una unidad (8018) esquivó el impiadoso soplete del progreso y, reservada para el Museo Nacional Ferroviario, fue cedida en custodia al Ferroclub Argentino que con gran dedicación se abocó a su restauración y hoy puede ser y admirada en su Centro de Preservación Remedios de Escalada.