En un hecho trascendental para la historia de la preservación ferrotranviaria de nuestro país la Asociación Amigos del Tranvía presentó en la tarde de hoy un nuevo vehículo recuperado que se incorpora a su ya numerosa flota colección.
Se trata de un coche que arrastra consigo un largo historial y le valió entre los asociados el mote de Peregrino. Construido en 1908 por la United Electric Co. de Preston (Inglaterra) para la Compañía de Tranvías Anglo Argentina, en la década de 1920 fue adquirido por la Compañía de Tranvías de Quilmes para el su servicio entre la estación del Ferrocarril Sud y el ya popular balneario en la costa del Río de la Plata. Cuando la operación de la compañía cesó en la década de 1940, la flota entera fue adquirida por la Empresa de Tranvías de la ciudad de Rosario donde recibió el Nro. 291 y fue objeto de algunas reformas para asemejarlo a la fisonomía típica de los tranvías de aquella ciudad.
Tras la supresión de los servicios tranviarios rosarinos en 1963 toda la flota de tranvías fue desmantelada y desguazada con excepción del 291, cuya carrocería desprovista de elementos mecánicos y eléctricos recibió un par de ejes con neumáticos de camión para ser utilizada en los más dispares usos, desde oficina municipal ambulante hasta carroza de paseo para niños en corsos y fechas alusivas. Incluso tuvo una breve -pero espectacular- participación en la película «Así es la vida» de 1977 protagonizada por Luis Sandrini.
Desde entonces comenzó un largo pergrinar entre distintas locaciones donde la falta de cuidado aceleraron su deterioro hasta recalar finalmente en los fondos de la Estación Nicaragua de la línea K de trolebuses. En 2017, ante la necesidad de espacio por la inminente llegada de doce nuevos coches para la línea Q, la Asociación migos del Tranvía -con la valiosa colaboración de la Asociación Rosarina Amigos del Riel– recibió en donación por parte de la Sociedad del Estado Municipal para el Transporte Urbano de Rosario (SEMTUR) la maltratada carrocería e inmediatamente procedió a su traslado al taller Polvorín de Subterráneos de Buenos Aires en el barrio porteño de Caballito.
La tarea no fue sencilla. Al enorme desafío que presentaba la recuperarción estética y estructural se sumó la necesidad de dotar al tranvía de nuevos elementos mecánicos y eléctricos, lo que fue posible gracias a un complejo trabajo de ingeniería que la división mecánica y mantenimiento de la AAT resolvió con profesionalismo. Hubo que construir nuevos asientos, ventanas y revestimientos apelando al ingenio y la experiencia por cada elemento faltante.
El resultado es un vehículo muy especial, que representa al tranvía argentino en sus multiples etapas pero con la impronta propia del Tramway Histórico de Buenos Aires y el equipo de socios voluntarios que durante más de siete años trabajaron en forma incansable para alcanzar este nuevo hito en la prolífica historia institucional de la AAT.